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Libretería

Notas literarias



Libretería, 3 de octubre de 2016

Beatriz Cáceres: 'A tres pasos de Luna'

Aún reconozco una buena historia. El olfato de periodista no me ha abandonado. Y esta, sin lugar a dudas, es una de las mejores. O más exactamente es una historia con tantas historias como personajes tiene. Pero además sus ambientes están cuidados con delicadeza y esmero.
Todos, o casi todos, tenemos un lado oscuro. Es una cuestión de límites, de situaciones que nos conduzcan hasta esos lugares que preferimos no visitar, o de que perdamos el control. Los personajes de Beatriz Cáceres viven en esos límites. Todos ellos, principales y secundarios, como en una buena obra de teatro están perfectamente definidos. Y cuando uno de los secundarios sale a escena, él y su historia se convierten en principales. Todos ellos tienes una gran carga y profundidad sicológica. Todos se ajustan a una realidad dramática y dura que han asimilado con atino. Y juntos componen A tres pasos de Luna, una novela  con una gran historia llena de grandes historias secundarias.
Tres son los pasos, la distancia, que Luna exige para que no invadas su intimidad. El espacio que necesita este ser humano tan especial para sentirse a salvo en un mundo convulso. Cada cultura tiene el suyo:  algunos tan sólo necesitamos uno antes de subir las guardia y sentirnos agredidos; otros se mueven cómodos en distancias más cortas:
beatrizcaceres2
“No se movió de mi lado en todo el día. A ratos se desmayaba, a ratos volvía a gritar y a llorar pidiendo auxilio. Ni ella misma puede concretar con certeza cuánto tiempo estuvimos así.
Lo que siempre me dice, y me repite, aún ahora con el paso de los años, es la impresión que se le quedó metida en el alma por el silencio que reinaba hasta donde era capaz de escuchar. Cada vez que lo recuerda, su cara cambia de color y le recorre un escalofrío por la espalda. Está convencida de que ese día pudo oír el sonido de la muerte.
−Luna, ese día La Bella −así llama a la muerte −estuvo con nosotras, a nuestro lado. ¡La podía oír respirar! ¡Te lo juro! Se paseó tranquilamente por toda la casa y, después de hacerlo, se tumbó junto a nosotras y nos observó un largo rato, pero por extraño que pueda parecer consideró que no era nuestro momento. Nunca en mi vida he oído un silencio de esa magnitud. ¡Jamás!. Cariño, se introdujo por la piel hasta rozarme los huesos. ¡Te lo juro por lo más sagrado! Y ese olor a flores secas dentro de un tarro de cristal cerrado, se coló por mi nariz invadiéndome por entero. ¡No te puedes imaginar lo que me cuesta olvidarlo! –Para la pobre es un verdadero suplicio hablar del tema y siempre acaba llorando.
Juan, mi querido Juan, se sintió morir cuando vislumbró una gran columna de humo en el perfil de la isla junto con otras más pequeñas. En ese momento, estaba regresando junto a los demás pescadores de la Almadraba.
Soltó el timón y corrió hacia la proa para comprobar con desesperación que la vista no le engañaba al ver que también estaba ardiendo nuestra cabaña en el otro extremo de la isla.
−¡No puede ser! ¡Nooo! –su grito fue tan doloroso y primario que todos pudieron oírlo y pararon los motores a la vez. Las exclamaciones de dolor que se podían oír, desde unas y otras barcas, eran absolutamente desgarradoras.
Juan, cuando consiguió calmarse, cogió una maroma y la lanzó a la barca que tenía más cercana y así sucesivamente hasta que estuvieron todas enganchadas.
Tras asegurarse de que la sujeción era firme, saltaron de una en otra hasta llegar a la de Juan.
−Lo que temíamos ha ocurrido y… ¡No hemos prevenido a nuestras mujeres! Mira que os lo he estado advirtiendo y vosotros que no, que no va a pasar nada al estar alejados de todo. ¡¡Joder!! ¡¿Se puede ser más imbécil?! – la voz de Tomás se desgarraba entre sollozos y provocó que todos los demás deambularan por la cubierta levantando los brazos al cielo sin dejar de lamentar su suerte.
Lo peor era que Tomás tenía toda la razón".
A tres pasos de Luna

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